El combate de Nando
«Una vida salvada merece ser vivida». Es el lema de
ATECE, asociación de afectados de Daño Cerebral Adquirido de Gipuzkoa. A ella pertenece Nando de Sosa,
hernaniarra de 57 años. Su combate comenzó también en mayo de 1998,
cuando sufrió un derrame cerebral mientras ejercía su profesión,
electricista, en Lazkao. Las fuerzas abandonaron el lado derecho de su
cuerpo y perdió el habla, pero llegó consciente al hospital de
Zumarraga, donde cayó en coma. Los médicos no esperaban que
sobreviviese, pero no contaban con el carácter de este antiguo jugador
de rugby.
Despertó doce horas después en la UVI del Hospital
Donostia, donde también se encontraba Estitxu, de quien después se haría
amigo. Nando abrió los ojos, pero no sabía quién era ni dónde se
encontraba, no podía hablar ni moverse y no reconoció a su mujer,
Lourdes, ni a su familia. Estuvo en ese estado durante un mes.
A los tres meses, soltó su primera palabra: «¡Hostia!»,
cuando su mujer y un amigo le estaban «agobiando» a base de preguntas.
Después pasó ocho semanas sin decir nada, pero consiguió recuperar el
habla, aunque le cuesta y en ocasiones pierde el hilo por el deterioro
de su memoria. Pero se defiende, «gracias a las logopedas de ATECE», que
le han enseñado «a hablar con tranquilidad».
Sufre una hemiplejia, es decir, una inmovilidad en la
mitad de su cuerpo, en su caso la derecha, porque el derrame afectó al
lado izquierdo de su cerebro, como evidencia un hoyo en ese lado de la
cabeza. Necesita una muleta para caminar, pero lo hace todos los días.
Le costó mucho hacerse zurdo, pero a día de hoy escribe «mejor» con su
mano útil que antes con la diestra.
También pinta, en el centro de ATECE, donde ha aprendido a
usar el ordenador, y los viernes va a la piscina con el resto de
usuarios. Lo que más añora de su vida anterior es «trabajar y pensar con
claridad».
Pero no tiene, en cambio, que echar de menos a nadie.
Nando es «uno más» de la misma cuadrilla de toda la vida, con la que
viaja a las Landas en Semana Santa, aunque llevan «tres o cuatro años
sin ir». También va de vacaciones con Lourdes, «alguna vez», a
Fuengirola, y ha vuelto «encantado» de Granada, a donde lo llevó ATECE
en mayo.
Nando protesta contra la conducción brusca de los
autobuses, que amenaza con tirar a las personas que, como él, carecen de
estabilidad. Además, critica que paran «a un metro» de la acera y pide
que los inclinen para que puedan bajar discapacitados como él y mayores.
Pero no se limita a protestar verbalmente. Saca fotos de los coches
aparcados indebidamente en las plazas para discapacitados y en los pasos
de cebra y planea una exposición. «Con matrículas», advierte.