sábado, 28 de septiembre de 2013

Gipuzkoa late con Etiopía

"Gipuzkoa late con Etiopía" y "La doble maldición de las mujeres etíopes" fueron publicados en 2008 por EL DIARIO VASCO.

COOPERACIÓN, AYUDA VASCA EN ETIOPÍA

El país africano, clasificado en el puesto 169 de 177 en el Índice de Desarrollo Humano de la ONU, se beneficia de importantes ayudas vascas que permiten un desarrollo autosuficiente

Gipuzkoa late con Etiopía
Niños en la escuela de Mukeye. /MANUEL DÍAZ DE RADA
DV. El gran valle del Rift surca el altiplano etíope de noreste a suroeste. Mientras la capital del país, Addis Abeba, se encuentra a 2.500 metros de altura sobre el nivel del mar, Meki, enclavada en la vasta depresión y capital del distrito de Dugda Bora, está a 1.500. A dos horas en todoterreno por caminos imposibles, intransitables cuando llueve, se sitúa la aldea de Mukeye, en medio de la sabana donde crecen desperdigadas las acacias. Los prados y los cultivos están verdes porque todavía no ha concluido la temporada de lluvias. Dentro de unos meses, unos y otros se agostarán y el polvo será el dueño del ambiente.
Los lugareños se han reunido formando un arco ante un árbol solitario que sirve de punto de encuentro. Las mujeres, a un lado, emiten el armonioso chillido tradicional africano que recuerda al irrintzi; los hombres, a su derecha, cantan y dan palmas. Homenajean a dos extranjeros que han acudido desde un lejano país a más de 5.000 kilómetros de distancia para anunciarles un prodigioso regalo: la construcción de un pozo, financiado con 65.000 euros por Cáritas Gipuzkoa, que les evitará tener que caminar una media de entre tres y cuatro horas para recoger agua.
«Es increíble que hayáis venido desde tan lejos para ayudarnos. Vuestra llegada es como la de Dios», agradece el líder de la comunidad al consejero de Vivienda y Asuntos Sociales, Javier Madrazo, y al delegado de Cáritas Gipuzkoa, José Ramón Trebiño. Madrazo contesta que, pese a la distancia, los vascos allí reunidos llevan Etiopía en el corazón, y que es más lo que ellos nos dan que lo que reciben de nosotros.
Etiopía está clasificada en el puesto 169 de 177 en el Índice de Desarrollo Humano elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). El 60% de sus ochenta millones de habitantes viven bajo el umbral de una pobreza mucho más severa que la que conocemos en nuestro entorno. La mitad de la población padece desnutrición y más de dos millones de personas se encuentran en situación de inseguridad alimentaria crónica.
El hambre es una amenaza constante por la grave sequía que afecta a gran parte del país, pero sobre todo porque la mayoría de la población practica la agricultura de subsistencia con técnicas arcaicas, medievales, en campos sin irrigación y por tanto dependientes de las lluvias. Algunas zonas del país podrían ser el granero del resto, pero el subdesarrollo del sector agrario lo impide. En el país donde nace el Nilo Azul, el agua no escasea pero está desaprovechada. El 70% de la población no tiene acceso al agua potable.
Los habitantes del campo cuentan por lo menos con una red social de apoyo de la que carecen los pobres de entre los pobres de Addis Abeba, primera etapa de la expedición organizada por la consejería de Vivienda y Asuntos Sociales. Madrazo, impresionado por tanta miseria, anunció en la capital su intención de que el 25% de los fondos destinados a la cooperación por el Gobierno Vasco vayan a parar a África, continente con el que el primer mundo «tiene una deuda». «Se trata de salvar millones de vidas», advirtió.
Misionero
El hondarribiarra Pedro Arrambide, Premio al Cooperante Vasco 2006 y hermano de La Salle, recibió en Addis Abeba a la delegación vasca y la acompañó durante todo su viaje. Arrambide fue expulsado el año pasado de Eritrea, donde llevaba desde 1998. Un revés de los que alimentan «la gran tentación: perder la esperanza». El misionero no puede evitar en ocasiones la sensación de que los proyectos de desarrollo son «como dar aspirinas a un enfermo de cáncer», pero a sus 67 años no ceja en el empeño.
Una de las prioridades del Gobierno Vasco en África es la sanidad. Asuntos Sociales ha destinado 176.899 euros para ampliar el hospital de Adigrat, en la región norteña de Tigray, con un pabellón para tuberculosos y un área de maternidad y ginecología. La iniciativa ha sido promovida por Medicus Mundi Gipuzkoa y pretende atender a 500 enfermos de tuberculosis y a 3.000 mujeres en ginecología y partos al año.
El de Adigrat es el hospital de referencia para un millón de personas, pero sólo cuenta con cinco médicos y tiene capacidad para poco más de cien pacientes. Desde hace poco, se ha visto obligado a cobrar a los pacientes una cantidad pequeña pero imposible de sufragar para el 80% de la población de la zona, que carece de ingresos. Es por ello que Arrambide teme que la inversión realizada haya caído en saco roto.
Wucro se encuentra también en Tigray. En esta ciudad de 35.000 habitantes, el Gobierno Vasco ha financiado con 215.000 euros un proyecto de abastecimiento de agua de la Asociación de Ingenieros para la Cooperación. Comprende un pozo que surte a cuatro depósitos de un total de 400.000 litros de capacidad y pretende ampliar la precaria red de suministro.
Meki se encuentra a 135 kilómetros al sur de Addis Abeba. Es la sede del Vicariato Apostólico de Meki, una de las diez diócesis de la minoritaria Iglesia Católica en Etiopía, donde los coptos son el 60% de la población y los musulmanes el 30%. La Escuela Católica de Meki es la única en 60 kilómetros a la redonda que imparte todos los cursos del sistema educativo etíope hasta la universidad. Allí estudian Wondwosen y Geremew, de 13 años, que con los ojos brillantes de ilusión afirman que de mayores quieren ser científicos para descubrir la vacuna del sida.
La escuela es deficitaria, y será financiada, como los demás proyectos del Vicariato, con los ingresos obtenidos gracias al centro de formación y producción agrícola coordinado por el hermano de La Salle Amilcare Bocuccia en la cercana aldea de Abono Gebriel, a la orilla del lago Zwai. La granja echó a andar en enero, financiada con 250.000 euros de Cáritas Gipuzkoa, 150.000 de Cáritas España y 600.000 del Gobierno Vasco, que va a aportar otros tantos para la segunda fase.
Autosuficiencia
Las 30 hectáreas de cultivos de maíz, vid, papaya, fresa y mango transmiten esperanza. El proyecto aspira a la autosuficiencia y se basa en el principio de no dar peces al pobre, sino enseñarle a pescar. Se espera que los campesinos que trabajen en la granja apliquen lo aprendido en sus propias tierras, para lo que se les concederá microcréditos para comprar semillas, abono y herramientas.
En Weyo Serity, también cerca de Meki, se levanta un almacén gestionado por una cooperativa que compra el grano a los campesinos a un precio justo. Se construyó con las donaciones de Cáritas Austria y Cáritas España, y ha permitido que la sociedad que lo administra haya atesorado un millón de euros. El depósito y la granja de Meki son muestras de que, con una pequeña inversión inicial, los africanos pueden ser autosuficientes y protagonistas de su desarrollo. Como le dijo Javier Madrazo a un estudiante de Meki, el futuro de Etiopia está en sus manos.

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Etiopía

Un país joven, apasionante y agradecido

Etiopía es un país lleno de niños que regalan su sonrisa al visitante. La edad media es de 18 años, la esperanza de vida se sitúa en los 50, cada mujer tiene una media de cinco hijos y el 12% de los pequeños mueren antes de los 5 años. Se calcula que por lo menos tres millones y medio de personas padecen sida, pero quienes conocen la realidad del país sobre el terreno estiman que esa cifra se queda corta.
Esta situación límite conmueve en lo más hondo al visitante, encandilado por la formidable acogida que tributan los etíopes y la belleza de sus paisajes y sus gentes, así como por esa sensación que transmiten los nativos de saber disfrutar y agradecer lo poco que tienen en un país donde, a diferencia de Euskadi, la continuidad de la vida no se da por supuesta.
Un ejemplo de esta actitud es la aldea de Mayafulalu, cerca de Meki. Sus habitantes se sienten ricos porque disponen de una fuente, electricidad y una escuela, además de una iglesia y un molino, edificados con los donativos de un hondarribiarra y un notario donostiarra, respectivamente, que no quieren ser conocidos por ello. Selam, embarazada de ocho meses, considera que vive «mejor que la reina de Inglaterra» porque ya no tiene que andar 14 kilómetros para traer agua o para moler el grano.
Lejos de la imagen de miseria y hambre que asociamos con Etiopía, el país africano constituye un destino turístico singular, con sus monumentos, sus parques naturales y, sobre todo, su gente.