"Gipuzkoa late con Etiopía" y "La doble maldición de las mujeres etíopes" fueron publicados en 2008 por EL DIARIO VASCO.
COOPERACIÓN, AYUDA VASCA EN ETIOPÍA
El país africano, clasificado en el
puesto 169 de 177 en el Índice de Desarrollo Humano de la ONU, se
beneficia de importantes ayudas vascas que permiten un desarrollo
autosuficiente
DV. El gran valle del Rift surca el
altiplano etíope de noreste a suroeste. Mientras la capital del país,
Addis Abeba, se encuentra a 2.500 metros de altura sobre el nivel del
mar, Meki, enclavada en la vasta depresión y capital del distrito de
Dugda Bora, está a 1.500. A dos horas en todoterreno por caminos
imposibles, intransitables cuando llueve, se sitúa la aldea de Mukeye,
en medio de la sabana donde crecen desperdigadas las acacias. Los prados
y los cultivos están verdes porque todavía no ha concluido la temporada
de lluvias. Dentro de unos meses, unos y otros se agostarán y el polvo
será el dueño del ambiente.
Los lugareños se han reunido formando un arco ante un
árbol solitario que sirve de punto de encuentro. Las mujeres, a un lado,
emiten el armonioso chillido tradicional africano que recuerda al irrintzi;
los hombres, a su derecha, cantan y dan palmas. Homenajean a dos
extranjeros que han acudido desde un lejano país a más de 5.000
kilómetros de distancia para anunciarles un prodigioso regalo: la
construcción de un pozo, financiado con 65.000 euros por Cáritas
Gipuzkoa, que les evitará tener que caminar una media de entre tres y
cuatro horas para recoger agua.
«Es increíble que hayáis venido desde tan lejos para
ayudarnos. Vuestra llegada es como la de Dios», agradece el líder de la
comunidad al consejero de Vivienda y Asuntos Sociales, Javier Madrazo, y
al delegado de Cáritas Gipuzkoa, José Ramón Trebiño. Madrazo contesta
que, pese a la distancia, los vascos allí reunidos llevan Etiopía en el
corazón, y que es más lo que ellos nos dan que lo que reciben de
nosotros.
Etiopía está clasificada en el puesto 169 de 177 en el
Índice de Desarrollo Humano elaborado por el Programa de las Naciones
Unidas para el Desarrollo (PNUD). El 60% de sus ochenta millones de
habitantes viven bajo el umbral de una pobreza mucho más severa que la
que conocemos en nuestro entorno. La mitad de la población padece
desnutrición y más de dos millones de personas se encuentran en
situación de inseguridad alimentaria crónica.
El hambre es una amenaza constante por la grave sequía
que afecta a gran parte del país, pero sobre todo porque la mayoría de
la población practica la agricultura de subsistencia con técnicas
arcaicas, medievales, en campos sin irrigación y por tanto dependientes
de las lluvias. Algunas zonas del país podrían ser el granero del resto,
pero el subdesarrollo del sector agrario lo impide. En el país donde
nace el Nilo Azul, el agua no escasea pero está desaprovechada. El 70%
de la población no tiene acceso al agua potable.
Los habitantes del campo cuentan por lo menos con una red
social de apoyo de la que carecen los pobres de entre los pobres de
Addis Abeba, primera etapa de la expedición organizada por la consejería
de Vivienda y Asuntos Sociales. Madrazo, impresionado por tanta
miseria, anunció en la capital su intención de que el 25% de los fondos
destinados a la cooperación por el Gobierno Vasco vayan a parar a
África, continente con el que el primer mundo «tiene una deuda». «Se
trata de salvar millones de vidas», advirtió.
Misionero
El hondarribiarra Pedro Arrambide, Premio al Cooperante
Vasco 2006 y hermano de La Salle, recibió en Addis Abeba a la delegación
vasca y la acompañó durante todo su viaje. Arrambide fue expulsado el
año pasado de Eritrea, donde llevaba desde 1998. Un revés de los que
alimentan «la gran tentación: perder la esperanza». El misionero no
puede evitar en ocasiones la sensación de que los proyectos de
desarrollo son «como dar aspirinas a un enfermo de cáncer», pero a sus
67 años no ceja en el empeño.
Una de las prioridades del Gobierno Vasco en África es la
sanidad. Asuntos Sociales ha destinado 176.899 euros para ampliar el
hospital de Adigrat, en la región norteña de Tigray, con un pabellón
para tuberculosos y un área de maternidad y ginecología. La iniciativa
ha sido promovida por Medicus Mundi Gipuzkoa y pretende atender a 500
enfermos de tuberculosis y a 3.000 mujeres en ginecología y partos al
año.
El de Adigrat es el hospital de referencia para un millón
de personas, pero sólo cuenta con cinco médicos y tiene capacidad para
poco más de cien pacientes. Desde hace poco, se ha visto obligado a
cobrar a los pacientes una cantidad pequeña pero imposible de sufragar
para el 80% de la población de la zona, que carece de ingresos. Es por
ello que Arrambide teme que la inversión realizada haya caído en saco
roto.
Wucro se encuentra también en Tigray. En esta ciudad de
35.000 habitantes, el Gobierno Vasco ha financiado con 215.000 euros un
proyecto de abastecimiento de agua de la Asociación de Ingenieros para
la Cooperación. Comprende un pozo que surte a cuatro depósitos de un
total de 400.000 litros de capacidad y pretende ampliar la precaria red
de suministro.
Meki se encuentra a 135 kilómetros al sur de Addis Abeba.
Es la sede del Vicariato Apostólico de Meki, una de las diez diócesis
de la minoritaria Iglesia Católica en Etiopía, donde los coptos son el
60% de la población y los musulmanes el 30%. La Escuela Católica de Meki
es la única en 60 kilómetros a la redonda que imparte todos los cursos
del sistema educativo etíope hasta la universidad. Allí estudian
Wondwosen y Geremew, de 13 años, que con los ojos brillantes de ilusión
afirman que de mayores quieren ser científicos para descubrir la vacuna
del sida.
La escuela es deficitaria, y será financiada, como los
demás proyectos del Vicariato, con los ingresos obtenidos gracias al
centro de formación y producción agrícola coordinado por el hermano de
La Salle Amilcare Bocuccia en la cercana aldea de Abono Gebriel, a la
orilla del lago Zwai. La granja echó a andar en enero, financiada con
250.000 euros de Cáritas Gipuzkoa, 150.000 de Cáritas España y 600.000
del Gobierno Vasco, que va a aportar otros tantos para la segunda fase.
Autosuficiencia
Las 30 hectáreas de cultivos de maíz, vid, papaya, fresa y
mango transmiten esperanza. El proyecto aspira a la autosuficiencia y
se basa en el principio de no dar peces al pobre, sino enseñarle a
pescar. Se espera que los campesinos que trabajen en la granja apliquen
lo aprendido en sus propias tierras, para lo que se les concederá
microcréditos para comprar semillas, abono y herramientas.
En Weyo Serity, también cerca de Meki, se levanta un
almacén gestionado por una cooperativa que compra el grano a los
campesinos a un precio justo. Se construyó con las donaciones de Cáritas
Austria y Cáritas España, y ha permitido que la sociedad que lo
administra haya atesorado un millón de euros. El depósito y la granja de
Meki son muestras de que, con una pequeña inversión inicial, los
africanos pueden ser autosuficientes y protagonistas de su desarrollo.
Como le dijo Javier Madrazo a un estudiante de Meki, el futuro de
Etiopia está en sus manos.