jueves, 3 de octubre de 2013

Esperanza para África

Publicado por EL DIARIO VASCO el 1 de diciembre de 2008.

 

DIA MUNDIAL CONTRA EL SIDA

Donde el sida significa muerte
La Fundación se ha implicado en proyectos para bloquear la transmisión del VIH de madres a hijos.
El sida es una pandemia global, pero es en África donde ha adquirido un carácter apocalíptico. Todas las cifras son aproximaciones, no hay estadísticas continentales ni estatales fiables. Para hacernos una idea del drama, en el suburbio de Kibera, dentro de la capital de Kenia, Nairobi, se calcula que la mitad de su millón de vecinos está infectado.
José Luis de Barrueta nunca estuvo en África y, sin embargo, este donostiarra, fallecido en 2004 a los 91 años, legó parte de su nada desdeñable patrimonio a combatir el sida en ese continente. Médico de formación, nunca ejerció y se dedicó a administrar la fortuna familiar. Su albacea, el notario honorario José María Segura, elogia cómo supo multiplicarla.
Gracias a esa habilidad, la Fundación Barrueta, que Segura preside, dispone de más de seis millones y medio de euros de los once que el filántropo legó para combatir la pandemia en el continente más castigado. El vicepresidente de la fundación es Pedro Arrambide, activo misionero hondarribiarra. Patxi Izulain, como secretario, y Koldo Muro completan el patronato. El coordinador sobre el terreno de todos los proyectos es el economista canadiense Claude De La Chevrotiere.
Arrambide seleccionó una serie de proyectos que el resto del patronato fue a conocer, primero a Eritrea y Etiopía en 2006, y el año pasado a Kenia. Segura anima a hacer «el camino de África» como se hace el de Santiago, porque el continente es «un vuelco del corazón». El notario jubilado recuerda a los niños depauperados de Halhal, en Eritrea. «Había un proyecto de alimentación. Acudieron las mujeres con sus hijos, pero se los llevaron al descubrir que no había comida para ellas, porque si las madres morían, qué iba a ser de los pequeños», lamenta.
También hay motivos para sonreír. Segura y Arrambide recuerdan emocionados la alegría «inenarrable» de un grupo de cien mujeres seropositivas en el barrio de Kasarani, en Nairobi, el año pasado. Les acababan de comunicar que les iban a dar leche en polvo para que alimentaran a sus bebés sin contagiarles a través de la lactancia. Muchas de aquellas mujeres estaban embarazadas, y el verano pasado, presentaron a sus bebés, libres de la infección, al misionero hondarribiarra.
Transmisión a los hijos
Precisamente, una de las prioridades de la fundación es evitar la transmisión de madres a hijos. Para ello, hay que informar a la madre, medicarla y evitar que dé de mamar. Segura y Arrambide destacan además lo conseguido en el centro Cotolengo, en el barrio de Karen, también en Nairobi, donde los bebés infectados por sus madres, si reciben una alimentación adecuada antes de los cinco días, eliminan el virus de sus cuerpos. Esta experiencia, financiada por Barrueta, es una de las fuentes de información fundamentales para la investigación contra el sida.
La fundación nunca se ha planteado el reparto de preservativos «ni los han pedido», subraya Arrambide. Segura explica por qué: «No son el tema. África es otro mundo». Primero, los hombres no los iban a usar. Segundo, si el sida se extiende tan rápido es por la prostitución y por las violaciones. En la aldea etíope de Mehalalu, los hombres pidieron una capilla, pero ellas rogaron un molino porque «cada vez» que salían a moler el grano, las violaban «a la ida y a la vuelta». Esas agresiones son habituales en África, donde las mujeres recorren largas distancias incluso para buscar agua.
Los otros tres frentes de Barrueta son los antirretrovirales, el combate contra las enfermedades oportunistas y la alimentación. Arrambide explica que hay mucho dinero para medicamentos contra el VIH en África. Y desvela que «una de las pocas cosas buenas que hizo Bush» fue crear un fondo para este fin de 15.000 millones de dólares, que posteriormente el Congreso de EE UU renovó con 45.000 más. Por ello, «los antirretrovirales salen gratis a muchos pacientes africanos», pero si están mal alimentados, «hacen más mal que bien».
Barrueta prefiere financiar a instituciones religiosas «porque dan garantía de continuidad y el coste de personal es mínimo». Señalan que la Iglesia Católica lleva la cuarta parte de todas las actividades contra el sida. Segura añade además que «los que más y mejor trabajan en África son los religiosos».
El notario y Arrambide dan una larga lista de congregaciones que llevan a cabo una labor impagable en Eritrea, Etiopía y Nairobi, donde muchas personas, antes condenadas a muerte por el virus, sobreviven gracias a ese trabajo abnegado y al testamento de un donostiarra que supo convertir el dinero en vida.

1 comentario:

  1. http://subversado.blogspot.com.es/2013/03/el-cuento-de-la-gripe-y-el-genocidio-de.html

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Etiopía

Un país joven, apasionante y agradecido

Etiopía es un país lleno de niños que regalan su sonrisa al visitante. La edad media es de 18 años, la esperanza de vida se sitúa en los 50, cada mujer tiene una media de cinco hijos y el 12% de los pequeños mueren antes de los 5 años. Se calcula que por lo menos tres millones y medio de personas padecen sida, pero quienes conocen la realidad del país sobre el terreno estiman que esa cifra se queda corta.
Esta situación límite conmueve en lo más hondo al visitante, encandilado por la formidable acogida que tributan los etíopes y la belleza de sus paisajes y sus gentes, así como por esa sensación que transmiten los nativos de saber disfrutar y agradecer lo poco que tienen en un país donde, a diferencia de Euskadi, la continuidad de la vida no se da por supuesta.
Un ejemplo de esta actitud es la aldea de Mayafulalu, cerca de Meki. Sus habitantes se sienten ricos porque disponen de una fuente, electricidad y una escuela, además de una iglesia y un molino, edificados con los donativos de un hondarribiarra y un notario donostiarra, respectivamente, que no quieren ser conocidos por ello. Selam, embarazada de ocho meses, considera que vive «mejor que la reina de Inglaterra» porque ya no tiene que andar 14 kilómetros para traer agua o para moler el grano.
Lejos de la imagen de miseria y hambre que asociamos con Etiopía, el país africano constituye un destino turístico singular, con sus monumentos, sus parques naturales y, sobre todo, su gente.